The time is gone, the song is over...

lunes, 30 de julio de 2007

Parece ser que mañana es un día importante. Sin tomar realmente conciencia hay un peso que se ha alojado al final de mi espalda. Me duele. Mañana sabré si paso el ramo que debo y se supone que tendré noticias desde lejos también. Sólo quiero que pase todo rápido. Estoy agotada, clases de economía pasadas las ocho y media. Ansío dormir.

Hace unos días tuve una conversación con un amigo muy querido. Se preguntaba si nuestra amistad y todas las demás relaciones que mantenemos a diario con otras personas son cosa del destino. Mi opinión, poco convencida por la falta de argumentos, se fue a una explicación basada en coincidencias.

Sin embargo, luego de varios días, lo he pensado más. No creo en un destino escrito, pero sí relaciono el concepto con un fin, el que sea. Ni siquiera concreto. Sino que como una escalera. En cada etapa de la vida conocemos gente que de alguna u otra forma afecta nuestra existencia. Nos topamos tanto con personas que nos dañan como con seres maravillosos. Estos encuentros y las circunstancias que los explican son la diferencia entre lo que somos y lo que seremos.

Si Dios nos ha dado libertad no puede haber un destino escrito. Pero es posible que, de alguna forma, nosotros mismos, por voluntad propia, quiza imperceptiblemente, tendamos a acercarnos a personas que nos parecen atrayentes. Por acción de reacciones químicas, interacción extraneuronal o por coincidencia.

De alguna forma he llegado a la conclusión de que las cosas pasan por algo. "No hay mal que por bien no venga" dicen.

No hay comentarios: