The time is gone, the song is over...

martes, 23 de febrero de 2010


Me falta sólo un mes para terminar la práctica, ha sido una experiencia fantástica y, aunque extenuente, me ha permitido aprender mucho sobre el trabajo en un medio de comunicaciòn escrito. Sin duda, el ambiente de trabajo ha sido lo mejor, la buena onda que caracteriza a la sección en general es algo de lo que no todos pueden dar fe en otras prácticas profesionales. Así como hay estudiantes tan contentos como yo, me ha tocado oír casos espeluznantes de gente que la han tratado pésimo.

No puedo creer que ya hayan pasado dos meses y que el verano (que no será sinónimo de vacaciones nunca más) esté terminando. Ahora se vienen las grandes decisiones y el estudio para entrar en la última recta de estos años de esfuerzo.

A penas termine la práctica en el diario viajaré al sur, porque, como nunca, extraño inmensamente a mi mamá, a mi opa y a mis amigos de siempre. Un par de semanas de aire entre comillas puro, porque el humo de las chimeneas lo contamina todo, y caminar por esas calles de las que no sé todos los nombres, porque allá las indicaciones para ubicarse se resumen en "al frente del correo" o "al lado de la municipalidad"; no esa estupidez de bajate en NN con CC y camina dos cuadras hacia la cordillera, dobla en la esquina y da dos pasos hacia la costa (WTF! ... yo veo la cordillera en todos lados y en Santiago no hay "costa").

Esta es mi vida desde hace cinco años y, antes de eso, siempre viví "en regiones", como lo hace la mayoría de los chilenos. Todo es diferente, los negocios cierran a medio día y los domingos no anda nadie en la calle. Es otro mundo, otro ritmo, otro estilo de vida. Y yo, siempre buscando más emociones, más rapidez (que termina volviendo todo en productos desechables... como los diarios), ansiaba más de lo que no tenía. No podría arrepentirme de ninguna de mis decisiones.

Eso es, precisamente, lo que me complica. Porque tomar decisiones, comprometerse con algo o alguien, elegir un camino, significa siempre que no hay vuelta atrás. Nunca he tenido tanto miedo a equivocarme como para lamentar mis elecciones, pero ciertamente ya no estoy en edad de meter la pata hasta la rodilla como cuando era más joven. No quiero tener que perderme para encontrarme... otra vez.

Uno nunca sabe lo que va a pasar. Puedes achuntarle o no y eso no depende en un 100 por ciento de nosotros, simples mortales dependientes de las decisiones de otros mortales. Arriesgarse o no. Vivirla o no. Asegurarse o no. Creerle o no...