The time is gone, the song is over...

domingo, 24 de enero de 2010

Animal Instinct-The Cranberries



Hace dos años fui a un concierto de Dolores O'Riordan, la vocalista de The Cranberries. Llegamos a pie al Teatro Caupolicán, T caminando rápido y yo vomo pude, porque me había esguinzado el pie derecho.

Qué voz tiene esa flaquita! Impresionante!

El martes, en la noche, la veré de nuevo, pero esta vez no estará sola, sino que con toda la banda. Me estoy preparando para cantarlas todas... para disfrutarlo a mil!

lunes, 18 de enero de 2010


No suelo escribir sobre política nacional. No es que sea un tema que no me interese, por el contrario, creo que debemos estar siempre atentos de lo que hacen aquellos personajes que deciden el futuro de nuestro país. Sin embargo, suelo aburrirme de su continua falta de responsabilidad y de los pleitos ridículos (y probablemente ficticios) de estos señores bien pagados, bien vestidos y siempre tan lejanos.

Hoy no quiero hablar de mis preferencias, porque no me veo representada tanto como para hacer de mi espacio un foco de proselitismo. No obstante, quiero decir que me agrada la idea del cambio, de que hayan otras personas intentando darle al país un mejor destino, otras metas, otras visiones.

El cambio, a mi parecer, comenzó con la elección de Michelle Bachelet. Qué mayor cambio en este país machista que una mujer presidenta. Y que hoy tiene una aprobación popular por sobre el 80% y, según he podido informarme de su biografía, es una persona con valores y que merece todo nuestro respeto.

Hoy Chile tiene un nuevo presidente electo. Más allá de quienes lo apoyan, creo sinceramente en que el cambio será positivo para el país. Ojala así lo entienda la nueva oposición y sean constructivos, como ellos tanto exigieron del nuevo oficialismo.

Quiero pensar que es posible hacer de Chile un país más unido, que mira más hacia adelante y que no recurre al pasado con odio, sino que con la convicción de que no podemos caer en las prácticas que alguna vez nos dividieron.

No sé ustedes, pero yo estoy cansada del mismo discurso de retrospectiva negativa. No creerán que somos tan tontos como para creer que un gobierno de derecha sea volver a un gobierno totalitario donde ese sector colaboró.

El mundo es otro. No olvidemos el pasado; pero necesitamos mirar hacia adelante.

lunes, 11 de enero de 2010

Enero. Un mes en que nos predisponemos a comenzar de cero. Nuevas expectativas, nuevas metas, nuevos sueños. Para mí, ha sido el momento de comenzar a pensar en lo que será de mi vida tras haber egresado de la universidad. Sé bien que por ahora estaré concentrada en realizar una buena práctica profesional; a fines de marzo, pretendo descansar un par de semanas y luego, dedicarme de lleno a preparar mi examen de grado.

Hasta mediados de 2010 tengo más o menos claro el panorama. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme qué pasará después ¿Encontraré trabajo? ¿Estaré preparada para enfrentar esta nueva etapa? Y tal, las dudas se agolpan; especialmente cuando quiero creer que mis inseguridades no son infundadas.

2009 fue un excelente año en cuanto a mis logros personales. Fui exitosa en todo lo que me propuse, estuve en dos de los parajes más exóticos y bellos de Chile y me llené de conocimientos que hoy me hacen valorar mucho más a mi país.

Soy una afortunada. Gracias a la vida y sobre todo gracias a las personas que desinteresadamente me ayudan a diario con su sacrificio, su colaboración y sus buenos deseos. Entonces, ¿tiene sentido pensar que dejaré de ser una persona cuyas aspiraciones parecen siempre ir guiadas por una voluntad superior?

Tengo que hacer el ejercicio que me ha llevado a conseguir mis metas. Claro está que quisiera seguir estudiando. Nada me causa más motivación que la oportunidad de seguir cultivando mi intelecto. No sé bien en qué quisiera especializarme, porque la verdad es que son muchas las áreas que me cautivan. Me gustaría hacerlo en el extranjero, porque interiorizarme en otras culturas siempre ha sido una inspiración para mí y motivo de mis altas aspiraciones.

Desear un destino de amplias posibilidades y tener una mirada prospectiva de la vida es el primer paso para llegar a ser eso que se quiere ser; de convertirse en eso que uno sabe que es, pero que no consigue aún. No obstante, dadas las circunstancias y limitaciones, todo parece indicar que, como nunca, todo depende totalmente de mí.

viernes, 1 de enero de 2010

Mareos de Tierra

A veces pienso que debería dedicarme sólo a escribir; irme a un lugar alejado y sumergirme en el mundo donde no tengo límites. Para ser sincera, lo pienso todo el tiempo. Esta es la mejor forma que tengo de ser agradecida; no sé sin con la vida, o con la suerte, o con ese Dios al que todos aman y que yo no siento (pero que aún escribo con mayúscula). Trato de ser consecuente, de vivir la vida, de ser buena persona. Esta carga ha sido el precio de mis alegrías; esas palabras crueles, esos abusos, esos malentendidos.

Mi corazón se siente tibio, tengo la cabeza tan llena de recuerdos felices que me río sola a cada rato. Llegué el 24 a sentarme a la mesa donde mis tíos. Me bajé del avión. Me trajeron a la casa. Me cambié de ropa y me pasó a buscar mi primo R, que acababa de cantar en el coro de una iglesia. En el auto le pregunté cómo le había ido, dijo que bien; pero cuando me preguntó lo mismo, me dio cuerda y no me callé más.

(No sé qué pasa con la música del blog, cuando tenga Internet en casa lo arreglaré; por mientras recomiendo escuchar Vive la Fete de Noir Desir; el grito las caga) Comencé a contarle de mi viaje. Ese que no me motivaba nada cuando sólo significaba perder la oportunidad de ir a Corea. Ahora agradezco inconmensurablemente haber pasado todos estos días en la Antártica.

He visitado muchos de los lugares más bellos de Chile. He visto otros cuantos más allá de la frontera. Mis manos, mi cara y mis labios aún recuerdan el frío. (Un break para Lady Gaga y de vuelta con Noir Desir). El resto de mi cuerpo estuvo protegido por el “traje anti-exposición”, un mameluco impermeable naranjo fluorescente y con salvavidas en la espalda por si llegaba a pegarme un piquero desde el sodiac.

Teníamos que sacarnos los guantes para bajar por una escalera que colgaba por el costado del buque; manos congeladas son preferibles a caer al mar. Doce días viviendo en un rompehielos de la Armada. Un espacio limitado que con los días se volvió familiar. Tantas personas, tan poco tiempo para hablar con todas. Viví lo que viven pocos; esos camarotes, el Drake, esa influencia extraña de la psicología masculina cuando las chicas somos minoría.

Miles de pingüinos; hermosos, simpáticos, pestilentes. Nadan como pequeños delfines. Gritan fuerte. Las focas tienen los ojos más dulces que haya visto; son oscuros, miran con inocencia. Luego se arrastran y se deslizan por el hielo para llegar al mar. Sólo de lejos vi ballenas, una familia de tímidas orcas mostrando sus puntiagudas aletas.

Sé que las chicas se estarán preguntando si los mitos sobre los marinos son ciertos. Pensar en eso dibuja simultáneamente una sonrisa en mi cara. Queridas evas, lo bueno y lo malo que se dice de ellos no lo inventó nadie. Son adorables, atentos, coquetos, simpáticos, educados y, algunos, bastante frescos.

Le conté a mi primo de mis aventuras heladas. De mi surreal experiencia contemplativa, de la hermosura del continente blanco. Visitamos varias bases, extranjeras y chilenas. Compartimos con gente que vive los años mitad de día, mitad de noche ¿qué puede ser más extremo? Me enamoré de la Antártica, ahora sueño con volver; algo de Shackleton se coló en mí.

Hubo algunas cosas que me hubiera gustado hacer; como haber bajado en Flandes para enviarme una postal o haber volado en helicóptero. Especialmente lo último me hacía una tremenda ilusión. Nunca estuvo en nuestras manos; sólo sé que algún día lo tendré que hacer.

Leer, dormir, jugar, ver películas y cantar karaoke fueron nuestros pasatiempos durante el viaje. Casi no me miré en el espejo; sólo el día en que volví a Santiago me alisé el pelo y me maquillé como suelo hacerlo. No me importaba usar los mismos pantalones varios días seguidos. Sólo era yo; sin muletas, sin máscaras.

Cuando pasas tantos días en un barco te acostumbras al movimiento del mar. Luego, cuando llegas a puerto y tocas tierra firme, se te mueve todo. Lo quieto se agita ante tus ojos, tus pies caminan sobre marshmallows. Esos son los mareos de tierra. Se hacen evidentes cuando dejas de dormir en una continua “cama mecedora” o dejas de recorrer los pasillos tipo “Tagadá”.

Hoy me puse una falda corta y una polera linda. Mi pelo brilla y mi piel luce perfecta. Hawaianas. Escucho Betty Davis Eyes de Kim Carnes, me muevo con el ritmo. Quiero ir a dar una vuelta y sentir la brisa tibia de la tarde, el calor y olvidar las ganas que tengo de volver atrás. La alegría tiene efecto rebote. Mañana será un nuevo día… práctica profesional.

Me enteré de que viene a Chile mi adorada Christina Rosenvinge (yipiyei!!); acabo de escuchar Lo Siento y aunque sea triste me fascina (también puede que me fascine porque es triste; como Tristesse Globale de Royksopp). Seguro el recuerdo de la Antártica seguirá influyendo sobre lo que escriben las yemas de mis dedos. La nostalgia me entristece, pero me encanta.