The time is gone, the song is over...

martes, 21 de diciembre de 2010

Odio lo perspicaz que se vuelve mi mente. Lo veo todo como si estuviera sentada en la butaca de un cine rotativo. Dejo de ser libre, porque contra mi voluntad observo una y otra vez los acontecimientos trágicos. En parte tú, en parte mi imaginación. Todo lo que decimos y pensamos ahí, proyectado, no tengo párpados, hay demasiada gravedad…

Odio cómo es que me vuelvo productiva gracias a la indigestión. A penas me he tragado este bocado, ha llegado a mi estómago, quedándose ahí, pudriéndose. Entonces, meto dos dedos en mi boca, hasta la garganta, necesito vomitar esta mierda nauseabunda... lo regurgitado… es esto.

Entender, tener paciencia, perdonar. Y yo que pensé que podría dejar de usar esas virtudes mías, abusadas, subestimadas, burladas. ¿Será la ingenuidad o la ceguera? No sé. Da lo mismo. De todas formas el control es una necesidad y no un gusto.

¡Qué más quisiera yo que ser lo que quiero ser! Estar donde quiero estar y con quien yo quiera. Vivir como quiero vivir, tener una vida buena. Mantenerme feliz. No sentir rabia, ni pena, ni dolor, ni nada de todo eso que provoca nauseas cuando llega al estómago.

Al final la pelea siempre es conmigo, pero nunca gano yo. Enfrentarme a mi misma no debiera ser complicado, pero lo es. La sanidad mental. El calor. La luna. El encierro. La soledad. La puta de la distancia. El abrigo. La sangre. Tus palabras. Mis palabras. Tus silencios. Los míos. El amor.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Es impresionante cómo cambian las cosas. Como de un momento a otro nos damos cuenta de que estábamos metiendo la pata, hundiéndonos solos, cortándonos las alas, matándonos de a poco, corriendo contra el viento, tapándonos los ojos, mordiéndonos la lengua… siendo cobardes.

Todo se resume en una sola palabra… Libertad.

Libertad porque no es el miedo, no son otros, no es la historia condicionándome a actuar. Soy yo eligiendo cómo vivir, soy yo tomando decisiones que me hacen mejor persona, soy yo relacionándome con personas que no coartan mi derecho a ser feliz.

Tomas mi mano y me siento importante. Te hablo de lo que pienso y de lo que siento sin miedo. Dejas que mi imaginación no se limite con prejuicios. Ojala pudiera poner en palabras lo que me pasa cuando nos miramos a los ojos.

Me dices que no te de las gracias, se las doy entonces al momento perfecto en que nos encontramos, al estudio, al mojito, a los planetas alineados, al vino, a los dioses, al mazapán, a los amigos, a las vibras positivas, a the secret y a la lluvia con sol.

Estoy pensando seriamente en iniciar un negocio. Embotellar la felicidad que a ratos me atonta, que hace que me ría sola, que sin querer provoca envidia sana en los que me rodean. Seguro que en poco tiempo estaría abriéndome a la bolsa.

Qué voy a decir hoy de música si sólo se me ocurren mamonerías de los Carpenters. Siga mi consejo… llénese hoy de placeres culpables, cierre los ojos y disfrute. Que nadie se atreva a interrumpir ese momento. Cante a voz en cuello. Baile si le apetece. Que nadie le diga que no puede escuchar a Celine Dion…

Ayer ordené mis discos. Después de años volvieron a sus cajas originales, hasta ahora abandonadas en la casa de mi mamá en PV. Fue como apretar las raíces en esta ciudad que, con ruido, contaminación y multitudes, igual adoro. Asumir que estaré aquí un buen rato implica un desafío en contra del conformismo y la comodidad. Sin embargo, hoy tengo todo lo que podría necesitar para ser feliz.

viernes, 20 de agosto de 2010


Casi no me lo creo. Soy periodista. Escuchando a Tori Amos.

sábado, 29 de mayo de 2010

El Durazno


Nunca los duraznos habían tenido un color tan particular, profundo y aterciopelado. Pendían del mismo árbol, era el mismo tronco y las mismas ramas, pero el verano anterior su fragancia no era igual. Floreció en abundancia y ningún otro fue tan bello en primavera, la más calurosa en mucho tiempo.

Guardamos los abrigos y las calcetas de lana varias semanas antes este año. No fue necesario siquiera prender la chimenea por las tardes. Sofocadas, no podíamos aguantar mucho tiempo trabajando. Con la cocina a leña cargada, batiendo las ollas al tope con sus cada vez más espesos y burbujeantes mejunjes.

Cuando se hace insoportable, mis hermanas y yo salimos para refrescarnos bajo la sombra de los árboles. Pasamos muchas vacaciones jugando en ese patio enorme, lleno de gigantes. Teníamos prohibido tomar los frutos, a menos que estuvieran en el suelo. Según mi abuela, esa era la única forma de saber cuáles estaban maduros.

Sin embargo, de la huerta podíamos tomar lo que quisiéramos. Las frambuesas, con ese dulzor ácido; y las frutillas, que saben a rojo; las murtas, las arvejitas nuevas, los arándanos. Mi abuela se jactaba de que todos sus árboles habían sido producidos por semillas. Decía que no se fiaba del sabor de los injertos; aunque crecieran más rápido, aunque florecieran desde el principio. Ahora lo hacían con abundancia. En especial el durazno.

Tenía casi nueve años, mi edad, cuando lo vi por primera vez en un verano tan caluroso como este. Ahora tiene 20, y no dejo de pensar en cómo sería probar uno de esos duraznos. Nada tan jugoso podría aniquilar la sed que me atraganta, nada tan fresco podría detener las gotas de sudor que cruzan por mi rostro y que mojan mi espalda, ningún otro aroma podría disimular el olor de mi cuerpo cansado.

- Tienes que aprender a cuidarlo- me decía mientras enterraba una vara de coligüe en la tierra.
- ¿Para qué haces eso?- pregunté, mientras me secaba la frente con el dorso de mi mano.
- Este árbol es mi favorito. A los cinco años floreció por primera vez- me respondió ensimismada, como si hablara sola.
- Me imagino que las has visto, son rosadas y de cinco pétalos, nacen primero que las hojas y desaparecen cuando llega el fruto- dijo sonriéndome con los ojos.

Hizo tres agujeros y se alejó unos metros. Yo la esperaba aburrida y acalorada. Con el pelo pegado en la nuca. Con ganas de comer uno de esos melocotones rosados y prohibidos. Pronto la vi arrastrando un saco. Su figura muy recta se doblaba en ángulo para acarrearlo. Corrí a su lado, pero no me dejó ayudarla.

- Busca la pala, está colgada en el subterráneo- me dijo acercándose al primer agujero.
- ¿Cuál de todas?- pregunté confundida, porque nadie podría haber tenido tantas.
- Una mediana, la roja- respondió mientras yo corría a la casa y ella descocía el saco.

Cuando volví rellenamos los hoyos con esa tierra hedionda. Me daban náuseas, ganas de vomitar y comenzaron las arcadas. Con el calor pronto me sentí mareada y me tuve que sentar. Muy lejos escuchaba a mi abuela reírse de mí y hablarme. Me decía que no me moviera y que respirara hondo, que me bajaría un durazno.

Sólo reaccioné cuando un golpe seco borró enseguida el olor a estiércol del ambiente y me sacó del estupor en un segundo. Ella en el suelo, su brazo extendido, un durazno que sale rodando de su mano y choca con mi rodilla.

Nunca los volví a probar, pero no he olvidado el dulzor de su pulpa amarilla y carnosa, su jugo insolente, la suavidad de su piel rojiza y ese aroma delicado que perfuma el aire en el calor insoportable de las tardes de verano.

viernes, 9 de abril de 2010


No podría estar escuchando a otra que no fuera Christina Rosenvinge. Hoy y mañana toca en Chile; me emociona. Hace años que esperaba su venida y no puedo esperar a verla. Me gusta eso de hablar de lo cotidiano (desde la lluvia hasta el sexo), con simpleza y sin eufemismos.


Debe haber sido por el 92 cuando su voz llegó a mis oídos por primera vez. Era Christina y los Subterráneos con las canciones que todos conocemos. Después, como solista, sería más difícil seguirle la pista. Pero con la llegada de Internet, muchos años después, pude recopilar todo lo que llevara su nombre.


El Continental 62 me llegó de regalo desde España y lo guardo como un tesoro. Sólo hoy dejó mi casa y pronto estará de vuelta en mis manos nuevamente, pero autografiado por ella. Qué decir. Muy agradecida por todos quienes hicieron posible la gestión...

sábado, 3 de abril de 2010


¿Fiesta religiosa o fiesta pagana? A quién le importa. ¡Hay huevos de chocolate!

miércoles, 31 de marzo de 2010


Algo habitual en Londres36 es mencionar la música que acompaña el tecleo de mis dedos. Hoy escucho algo de Indie con sabor a folk melancólico, pero que a veces empuja a saltar como mono gracias al banjo. Sin embargo, son principalmente la guitarra y las voces lo que caracteriza a The Avette Brothers y debo confesar que me han alegrado este día lluvioso, lleno de mañas.

Para no sumergirme en mi propio desorden mental... me lleno de folk. Me imagino con botas de cowgirl, vestido floreado, chaqueta con chiporro y el pelo suelto... savage. Y, como no, sacándole música a un banjo de diez cuerdas con mis hábiles dedos...

Sí, me veo golpeando con mi taco las tablas empolvadas de un escenario, con sólo un par de bichos raros como público, que beben y se mueven al ritmo de mi canción... Es medianoche y Londres36 tiene un sueño de lo más hippie y extravagante, un carnaval, una feria de variedades donde cabemos mi banjo y yo. Vamos de pueblo en pueblo, viajando en caravana y yo en mi van pintada con flores.

Soy amiga de la mujer barbuda, de los siameses chinos y del enano más chico del mundo. Comemos lo que nos dan, nos embriagamos a diario y nos bañamos cuando podemos. En esta vida no existe más amor que el de amigos y no extrañamos a nadie, porque ninguno tiene más familia que esta. Somos viajeros, vivimos de los aplausos y nos dedicamos a la aventura... tenemos mucha suerte.

Algunos piensan que somos ladrones, engendros, personas de mal vivir. Somos sólo lo que nos ha tocado ser y somos felices. Hacemos lo que nos gusta y ponemos sonrisas en los rostros aburridos de lugares apartados. Mi banjo y yo hemos convertido el agua en vino y levantado muertos de sus tumbas. Cuando toco sus diez cuerdas con mis hábiles dedos los ciegos ven, los sordos oyen y los cojos bailan con gracia.

Mi arte no es simple, no es para cobardes. A veces, cuando la ocasión lo amerita, me subo al escenario desnuda, sólo me cubre el banjo, que es realmente lo único que necesito. Pero me dejo las botas, para golpear con el taco las tablas empolvadas. No siempre me aplauden, pero mientras hay música todos se mueven con ganas.

No sé hasta cuando seguiré este camino. Me imagino que cuando se acaben los pueblos a la orilla de la carretera o cuando la caravana se disperse o cuando ya no me queden los vestidos floreados. Cuando mis dedos dejen de tocar como lo hacen hoy y comiencen a enredarse entre las cuerdas... o, quizas, cuando el polvo sea yo bajo la bota de algún otro con su banjo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Invierno en Abruzos - Las pequeñas virtudes


"Hay una cierta monótona uniformidad en los destinos de los hombres. Nuestras existencias se desarrollan según leyes viejas e inmutables, según una cadencia propia uniforme y vieja. Los sueños no se realizan jamás, y apenas los vemos rotos, comprendemos de pronto que las mayores alegrías de nuestra vida están fuera de la realidad. Apenas los vemos rotos, nos oprime la nostalgia por el tiempo en que bullían dentro de nosotros. Nuestra suerte transcurre en este alternarse de esperanzas y nostalgias".

Natalia Ginzburg

miércoles, 17 de marzo de 2010

- Me and You and Evertone We Know -




Esta es una de las esenas más conmovedoras y hermosas de mi película favorita, Me and You and Everyone We Know, dirigida y protagonizada por Miranda July.

viernes, 12 de marzo de 2010

Indiferencia...


Existen muchas razones para escribir sobre el amor. Los contornos del corazón no son límites reales, porque el amor no es un sentimiento, es tan racional que todos lo reconocemos como vital. No son sólo mariposas revoloteando entre las tripas, ni nubes bajo los pies, ni la sonrisa instantánea que provoca su presencia... eso es enamoramiento, un sentimiento que va y viene, por unos, por otros o por cualquiera.

Amar... es desear el bien y la felicidad del otro, trabajar en ello sin esperar nada a cambio... donarse al otro es lo que llena a quien ama.

Hay personas que dan por seguro el amor. Ponen a prueba esa incondicionalidad con traiciones y mentiras. Se excusan en los malos tiempos. Tienen que probarse a sí mismos que la soledad no es opción. Dicen que sus mentiras son para protegerte. Inseguridad y falta de amor propio se ocultan detrás de una imagen carismática y adorable.

El amor quizá no tiene límites, pero el desamor sí, es frágil y peligroso. ¿Es amor o desamor lo que estás dando?

Este es un día raro. Dejar ir. Escribir es el primer paso para extirpar de mi la pesadumbre. La catarsis vendrá después, en la seguridad de mis círculos cercanos, donde soy escuchada, comprendida, jamás juzgada. Eso me lleva a recordar que el amor existe también entre los amigos, entre los padres y los hijos, también con decepciones y desamores, pero muchas veces más sincero y dispuesto.

No he perdido la ilusión, no dejaré de buscar, quiero más. No creas que me engaña tu supuesta indiferencia, no creas que no sé que no te apena tanto perderme como la evidencia de que puedo rechazarte... a ti. No creas que dejaré de inspirarme en nuestros días. No creas, por favor, que la evasión y la locura te harán sentir mejor. Ojala actúes pensando en las consecuencias. Aún quiero tu felicidad, pero la mía a tu lado es imposible.

lunes, 8 de marzo de 2010


Lo he contado ya muchas veces y he escuchado o leído lo que vivieron otras personas. El terremoto, el maldito terremoto que le quitó todo a tanta gente. El terremoto, el bendito terremoto que hizo florecer en muchos la caridad, el amor al prójimo, la fraternidad. El terremoto, el maldito terremoto que sacó lo peor de otros, esos que aprovechando la situación robaron con descaro.


El recuerdo de esa madrugada vuelve a mi mente varias veces al día. Las réplicas me paralizan de miedo, tal como ese día. Pensé que iba a morir y estoy viva. He visto las imágenes del desastre y estoy sobrexpuesta a la información. Tengo claro que mi stress y mi insomnio son irracionales, estoy a salvo, tengo techo, comida, ropa seca y una vida que "no cambió en nada"... no todos mis compatriotas tienen esa suerte.


Estoy conmovida... no he dejado de sentir el sabor a hiel en la garganta, no he dejado de pensar cómo sería si algún ser querido hubiera muerto o si realmente me hubiera tenido que enfrentar a la inminencia de mi propia extinción. Mis palabras sólo intentan hacer una catarsis, necesito ser agradecida y creer que la crisis es siempre una oportunidad.

martes, 23 de febrero de 2010


Me falta sólo un mes para terminar la práctica, ha sido una experiencia fantástica y, aunque extenuente, me ha permitido aprender mucho sobre el trabajo en un medio de comunicaciòn escrito. Sin duda, el ambiente de trabajo ha sido lo mejor, la buena onda que caracteriza a la sección en general es algo de lo que no todos pueden dar fe en otras prácticas profesionales. Así como hay estudiantes tan contentos como yo, me ha tocado oír casos espeluznantes de gente que la han tratado pésimo.

No puedo creer que ya hayan pasado dos meses y que el verano (que no será sinónimo de vacaciones nunca más) esté terminando. Ahora se vienen las grandes decisiones y el estudio para entrar en la última recta de estos años de esfuerzo.

A penas termine la práctica en el diario viajaré al sur, porque, como nunca, extraño inmensamente a mi mamá, a mi opa y a mis amigos de siempre. Un par de semanas de aire entre comillas puro, porque el humo de las chimeneas lo contamina todo, y caminar por esas calles de las que no sé todos los nombres, porque allá las indicaciones para ubicarse se resumen en "al frente del correo" o "al lado de la municipalidad"; no esa estupidez de bajate en NN con CC y camina dos cuadras hacia la cordillera, dobla en la esquina y da dos pasos hacia la costa (WTF! ... yo veo la cordillera en todos lados y en Santiago no hay "costa").

Esta es mi vida desde hace cinco años y, antes de eso, siempre viví "en regiones", como lo hace la mayoría de los chilenos. Todo es diferente, los negocios cierran a medio día y los domingos no anda nadie en la calle. Es otro mundo, otro ritmo, otro estilo de vida. Y yo, siempre buscando más emociones, más rapidez (que termina volviendo todo en productos desechables... como los diarios), ansiaba más de lo que no tenía. No podría arrepentirme de ninguna de mis decisiones.

Eso es, precisamente, lo que me complica. Porque tomar decisiones, comprometerse con algo o alguien, elegir un camino, significa siempre que no hay vuelta atrás. Nunca he tenido tanto miedo a equivocarme como para lamentar mis elecciones, pero ciertamente ya no estoy en edad de meter la pata hasta la rodilla como cuando era más joven. No quiero tener que perderme para encontrarme... otra vez.

Uno nunca sabe lo que va a pasar. Puedes achuntarle o no y eso no depende en un 100 por ciento de nosotros, simples mortales dependientes de las decisiones de otros mortales. Arriesgarse o no. Vivirla o no. Asegurarse o no. Creerle o no...

domingo, 24 de enero de 2010

Animal Instinct-The Cranberries



Hace dos años fui a un concierto de Dolores O'Riordan, la vocalista de The Cranberries. Llegamos a pie al Teatro Caupolicán, T caminando rápido y yo vomo pude, porque me había esguinzado el pie derecho.

Qué voz tiene esa flaquita! Impresionante!

El martes, en la noche, la veré de nuevo, pero esta vez no estará sola, sino que con toda la banda. Me estoy preparando para cantarlas todas... para disfrutarlo a mil!

lunes, 18 de enero de 2010


No suelo escribir sobre política nacional. No es que sea un tema que no me interese, por el contrario, creo que debemos estar siempre atentos de lo que hacen aquellos personajes que deciden el futuro de nuestro país. Sin embargo, suelo aburrirme de su continua falta de responsabilidad y de los pleitos ridículos (y probablemente ficticios) de estos señores bien pagados, bien vestidos y siempre tan lejanos.

Hoy no quiero hablar de mis preferencias, porque no me veo representada tanto como para hacer de mi espacio un foco de proselitismo. No obstante, quiero decir que me agrada la idea del cambio, de que hayan otras personas intentando darle al país un mejor destino, otras metas, otras visiones.

El cambio, a mi parecer, comenzó con la elección de Michelle Bachelet. Qué mayor cambio en este país machista que una mujer presidenta. Y que hoy tiene una aprobación popular por sobre el 80% y, según he podido informarme de su biografía, es una persona con valores y que merece todo nuestro respeto.

Hoy Chile tiene un nuevo presidente electo. Más allá de quienes lo apoyan, creo sinceramente en que el cambio será positivo para el país. Ojala así lo entienda la nueva oposición y sean constructivos, como ellos tanto exigieron del nuevo oficialismo.

Quiero pensar que es posible hacer de Chile un país más unido, que mira más hacia adelante y que no recurre al pasado con odio, sino que con la convicción de que no podemos caer en las prácticas que alguna vez nos dividieron.

No sé ustedes, pero yo estoy cansada del mismo discurso de retrospectiva negativa. No creerán que somos tan tontos como para creer que un gobierno de derecha sea volver a un gobierno totalitario donde ese sector colaboró.

El mundo es otro. No olvidemos el pasado; pero necesitamos mirar hacia adelante.

lunes, 11 de enero de 2010

Enero. Un mes en que nos predisponemos a comenzar de cero. Nuevas expectativas, nuevas metas, nuevos sueños. Para mí, ha sido el momento de comenzar a pensar en lo que será de mi vida tras haber egresado de la universidad. Sé bien que por ahora estaré concentrada en realizar una buena práctica profesional; a fines de marzo, pretendo descansar un par de semanas y luego, dedicarme de lleno a preparar mi examen de grado.

Hasta mediados de 2010 tengo más o menos claro el panorama. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme qué pasará después ¿Encontraré trabajo? ¿Estaré preparada para enfrentar esta nueva etapa? Y tal, las dudas se agolpan; especialmente cuando quiero creer que mis inseguridades no son infundadas.

2009 fue un excelente año en cuanto a mis logros personales. Fui exitosa en todo lo que me propuse, estuve en dos de los parajes más exóticos y bellos de Chile y me llené de conocimientos que hoy me hacen valorar mucho más a mi país.

Soy una afortunada. Gracias a la vida y sobre todo gracias a las personas que desinteresadamente me ayudan a diario con su sacrificio, su colaboración y sus buenos deseos. Entonces, ¿tiene sentido pensar que dejaré de ser una persona cuyas aspiraciones parecen siempre ir guiadas por una voluntad superior?

Tengo que hacer el ejercicio que me ha llevado a conseguir mis metas. Claro está que quisiera seguir estudiando. Nada me causa más motivación que la oportunidad de seguir cultivando mi intelecto. No sé bien en qué quisiera especializarme, porque la verdad es que son muchas las áreas que me cautivan. Me gustaría hacerlo en el extranjero, porque interiorizarme en otras culturas siempre ha sido una inspiración para mí y motivo de mis altas aspiraciones.

Desear un destino de amplias posibilidades y tener una mirada prospectiva de la vida es el primer paso para llegar a ser eso que se quiere ser; de convertirse en eso que uno sabe que es, pero que no consigue aún. No obstante, dadas las circunstancias y limitaciones, todo parece indicar que, como nunca, todo depende totalmente de mí.

viernes, 1 de enero de 2010

Mareos de Tierra

A veces pienso que debería dedicarme sólo a escribir; irme a un lugar alejado y sumergirme en el mundo donde no tengo límites. Para ser sincera, lo pienso todo el tiempo. Esta es la mejor forma que tengo de ser agradecida; no sé sin con la vida, o con la suerte, o con ese Dios al que todos aman y que yo no siento (pero que aún escribo con mayúscula). Trato de ser consecuente, de vivir la vida, de ser buena persona. Esta carga ha sido el precio de mis alegrías; esas palabras crueles, esos abusos, esos malentendidos.

Mi corazón se siente tibio, tengo la cabeza tan llena de recuerdos felices que me río sola a cada rato. Llegué el 24 a sentarme a la mesa donde mis tíos. Me bajé del avión. Me trajeron a la casa. Me cambié de ropa y me pasó a buscar mi primo R, que acababa de cantar en el coro de una iglesia. En el auto le pregunté cómo le había ido, dijo que bien; pero cuando me preguntó lo mismo, me dio cuerda y no me callé más.

(No sé qué pasa con la música del blog, cuando tenga Internet en casa lo arreglaré; por mientras recomiendo escuchar Vive la Fete de Noir Desir; el grito las caga) Comencé a contarle de mi viaje. Ese que no me motivaba nada cuando sólo significaba perder la oportunidad de ir a Corea. Ahora agradezco inconmensurablemente haber pasado todos estos días en la Antártica.

He visitado muchos de los lugares más bellos de Chile. He visto otros cuantos más allá de la frontera. Mis manos, mi cara y mis labios aún recuerdan el frío. (Un break para Lady Gaga y de vuelta con Noir Desir). El resto de mi cuerpo estuvo protegido por el “traje anti-exposición”, un mameluco impermeable naranjo fluorescente y con salvavidas en la espalda por si llegaba a pegarme un piquero desde el sodiac.

Teníamos que sacarnos los guantes para bajar por una escalera que colgaba por el costado del buque; manos congeladas son preferibles a caer al mar. Doce días viviendo en un rompehielos de la Armada. Un espacio limitado que con los días se volvió familiar. Tantas personas, tan poco tiempo para hablar con todas. Viví lo que viven pocos; esos camarotes, el Drake, esa influencia extraña de la psicología masculina cuando las chicas somos minoría.

Miles de pingüinos; hermosos, simpáticos, pestilentes. Nadan como pequeños delfines. Gritan fuerte. Las focas tienen los ojos más dulces que haya visto; son oscuros, miran con inocencia. Luego se arrastran y se deslizan por el hielo para llegar al mar. Sólo de lejos vi ballenas, una familia de tímidas orcas mostrando sus puntiagudas aletas.

Sé que las chicas se estarán preguntando si los mitos sobre los marinos son ciertos. Pensar en eso dibuja simultáneamente una sonrisa en mi cara. Queridas evas, lo bueno y lo malo que se dice de ellos no lo inventó nadie. Son adorables, atentos, coquetos, simpáticos, educados y, algunos, bastante frescos.

Le conté a mi primo de mis aventuras heladas. De mi surreal experiencia contemplativa, de la hermosura del continente blanco. Visitamos varias bases, extranjeras y chilenas. Compartimos con gente que vive los años mitad de día, mitad de noche ¿qué puede ser más extremo? Me enamoré de la Antártica, ahora sueño con volver; algo de Shackleton se coló en mí.

Hubo algunas cosas que me hubiera gustado hacer; como haber bajado en Flandes para enviarme una postal o haber volado en helicóptero. Especialmente lo último me hacía una tremenda ilusión. Nunca estuvo en nuestras manos; sólo sé que algún día lo tendré que hacer.

Leer, dormir, jugar, ver películas y cantar karaoke fueron nuestros pasatiempos durante el viaje. Casi no me miré en el espejo; sólo el día en que volví a Santiago me alisé el pelo y me maquillé como suelo hacerlo. No me importaba usar los mismos pantalones varios días seguidos. Sólo era yo; sin muletas, sin máscaras.

Cuando pasas tantos días en un barco te acostumbras al movimiento del mar. Luego, cuando llegas a puerto y tocas tierra firme, se te mueve todo. Lo quieto se agita ante tus ojos, tus pies caminan sobre marshmallows. Esos son los mareos de tierra. Se hacen evidentes cuando dejas de dormir en una continua “cama mecedora” o dejas de recorrer los pasillos tipo “Tagadá”.

Hoy me puse una falda corta y una polera linda. Mi pelo brilla y mi piel luce perfecta. Hawaianas. Escucho Betty Davis Eyes de Kim Carnes, me muevo con el ritmo. Quiero ir a dar una vuelta y sentir la brisa tibia de la tarde, el calor y olvidar las ganas que tengo de volver atrás. La alegría tiene efecto rebote. Mañana será un nuevo día… práctica profesional.

Me enteré de que viene a Chile mi adorada Christina Rosenvinge (yipiyei!!); acabo de escuchar Lo Siento y aunque sea triste me fascina (también puede que me fascine porque es triste; como Tristesse Globale de Royksopp). Seguro el recuerdo de la Antártica seguirá influyendo sobre lo que escriben las yemas de mis dedos. La nostalgia me entristece, pero me encanta.