The time is gone, the song is over...

martes, 19 de abril de 2011

Incertidumbre. Venía pensando en este tema hace rato, cómo el no saber qué va a pasar, pero de alguna forma predisponerse a algo basado en un sentir, puede alterar el panorama de un momento a otro. Pasa con la economía a cada rato. Con las crisis a cada minuto. Con la vida… la vida en sí es incierta…

Son muchas palabras y pocas nueces. No significa nada, pero podría ser cualquier cosa y no eres sutil. No me gusta escuchar esto y me rompes el corazón. No quiero que lo sepas. No sé qué esperar.

No me pides nada, no tiene que ver conmigo, o sea, tiene que ver con el tiempo y el espacio… más bien, la distancia y la falta de rutina, pero me sigue sonando a poco.

Quisiera decirte otra vez lo que ya te he dicho y que se te aclare la mente, que mis palabras tengan un poder balsámico sobre tus angustias y que me vuelvas a decir que todo va a estar bien.

A lo mejor sólo conoces mis extremos. Mi felicidad y mi eterna disconformidad con la vida. No me has visto a mí, a mí cada día. Con la mala cara, con la vida encima, con mis ganas de pasar tiempo a solas, con mi necesidad de ser detallista, con mis fantasmas…

Confieso que yo también me he cuestionado y más de alguna vez rondó la idea. Es más, muchas veces recogí la esponja. No puedo negar que no me pareció siempre descabellada la posibilidad de simplificar las cosas, por utilizar un lindo eufemismo.

Es inevitable que lo que tenemos no sea más que las alegrías de lo poco, de esas fracciones de tiempo que no tienen nada de superficiales, según lo veo yo. Se te olvida la última vez que estuvimos frente a frente y eso ofende y te lo perdono.

Lo que no me deja ahora es la incertidumbre, me la pegaste como si fuera tiña y se expande. No voy a planear nada. De hecho, desplanearé los planes y los planearé a medida que te acerques…

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