
The birthday girl is feeling retro!
Narrativa + Música
Hoy, un poco arrepentida de haber tomado tantas cervezas ayer, pero bien. Mejor de lo que esperaba y con ganas de hacer cosas. Pienso en lo que siento y me doy cuenta de que no se puede tener certeza de cómo actuarán los demás; no soy la única impredescible, lo somos todos...
Causa algo de inseguridad no poder dar por sentado los sentimientos ajenos. Es difícil ser empático, no es fácil de entender. Al final, aunque nos amen y nos apoyen, estamos solos; nuestra vida está dentro de nosotros y los demás no podrán nunca conocer esa intimidad.
Pink Floyd
Ayer M y yo nos juntamos a hacer unas compras en el centro. El calor y las vueltas terminaron con nosotras dos tomando cerveza en un pub “un poco” clandestino y atestado de individuos enfiestados.
Más tarde nos encontramos con A y gracias a ciertas influencias, de pronto estábamos sentadas en tercera fila y viendo todo el show de
Estuvimos toda la noche, vimos los sketchs y tuvimos a la “farándula” a pocos metros. Hubo buenos shows y otros que realmente me dieron vergüenza (esa estupidez de Tony Sbelt es una verdadera porquería).
Un gordito nos hacía aplaudir y cantar los jingles ridículos que inventa Don Francis. Nos amenazaba con hacer cambio de público, así que estuvimos en toda la onda y lo pasamos genial.
Tipo
Fue toda una aventura.
En estos días de reporteo a full, no puedo evitar fijarme en esos "detallitos desagradables"; las faltas de ortografía. Llámenme maniática, pero me molestan. Todos las cometemos, lo sé. Pero siento que es tan necesario tratar de conservar nuestro idioma "culto", por lo menos al escribir.
Por eso, que no les sorprenda que me la pase tildando esdrújulas y buscando sangrías en los diarios y en los cuadernos que me prestan. No lo evito ni lo oculto. Me gusta que el texto se vea lindo, lo necesito. Una estructuración que parece una paradoja.
El asunto concreto (así no me voy tan en volada con mis manías) es que llevo horas revisando páginas de partidos políticos y el Congreso. La peor escrita es lejos la de
Mi sincera opinión en esta madrugada...
Es un hecho prácticamente evidente que todas las movilizaciones autorizadas son una estrategia de gobierno para, literalmente, desinflar el descontento. Saben que los fines que tenía la movilización serán opacados por los destrozos y los detenidos. Le dan circo al pueblo, los hacen correr y desquitarse por su miseria. Cansan a los ruidosos de la masa.
Deberían darse cuenta de que nunca han conseguido nada; lo que piden hoy es lo mismo que pedían a principios del año pasado y nada avanza. Mientras
No creo en la buena fe de la clase política, pienso que han escogido la profesión el ego. Su primera victoria fue ganar las elecciones y sueñan con llegar a ser “figura” dentro de sus partidos. Debieran ser un ejemplo de ciudadanos, pero pasan metidos en cahuines de vieja y son los primeros en mostrar la hilacha. Puede que haya excepciones; que de todo el espectro político haya uno que otro que tenga buenas intenciones. Sin embargo, creo que el sólo hecho de que ganen más de 50 veces el sueldo mínimo ya es un abuso.
Incluso ya tenemos candidatos presidenciales. Todos muy conocidos. Dicen cosas que saben que los pondrán en primera plana. Lo comento porque a veces se nos olvida. Estamos tan acostumbrados a absorber la información que no nos preocupamos de su origen. Los políticos viven de la vigencia; deben hacerse notar.
Mi consejo es no creer ciegamente. Pensar en el por qué de las cosas y no dejarnos encandilar por las promesas imposibles. Así, quizás sea posible encontrar gente inteligente y con verdadera vocación para conducir nuestro país. Hay problemas tan simples como los cerebros de quienes organizan los servicios públicos. Hace falta tener como objetivo a las personas, darse el tiempo de crear pensando en el bien común y sobretodo entregar dignidad.
Empíricamente he comprobado la fragilidad del cuerpo humano. Un accidente deja secuelas tanto por dentro como por fuera. Un pie herido y tristeza por las circunstancias. El cómo no está claro. Mi mamá y yo estábamos en una micro y cuando bajé aterricé en la vereda. Simplemente caí, pero el impacto más severo fue en el empeine de mi pie derecho.
Acto seguido: tratar de pararme. El micrero se bajó para asegurarse de que no era su culpa y la gente en la calle trataba de ayudar; hasta querían llamar una ambulancia. Con la poca dignidad que me quedaba me paré como pude, pero el dolor era tan agudo que no pude evitar llorar.
Tomamos un taxi de vuelta a la casa. Yo sintiéndome pésimo por echar a perder el día, odiándome con ganas y sufriendo una especie de shock ante el impacto de ver mi pie deformado por la hinchazón.
Me cambié de ropa y nos fuimos al hospital. Entré a la sala de urgencias cual víctima de catástrofe: lloriqueando y sentada en una silla de ruedas.
Ya en la camilla me examinaron, me pincharon y me enviaron a rayos. Un tipo súper diestro empujó mi silla a toda velocidad por los pasillos del hospital y rápidamente estuve sobre otra camilla donde atravesaron electromagnéticamente mi pie.
Tuve que esperar al mismo hombre que me trajo para volver a urgencias. Hacía frío en ese pasillo mal iluminado. De vuelta me diagnosticaron una esguince severa y posible fractura, me recetaron Lertus y reposo con la pierna en alto por tres días.
En cosa de un par de horas se me fue a la cresta la semana. Ya lo imaginaba, la herida estaba fea. Para los próximos días ya había planeado panoramas y tenía responsabilidades, las que tendría que postergar o hacer igual.
En fin, como no hay mal que por bien no venga, debo decir que salí ganando por un lado, ya que, al estar mi mamá acá estuve atendida y acompañada y compró algunas cositas que faltaban (o fallaban) por estos lados. Las responsabilidades que debía cumplir se han postergado por intervención divina o puedo justificar mis faltas.
Hay que seguir viviendo.
Tal vez sea la soledad la que me hace aferrarme a ti como si fueras una boya. Ya no puedo soportar la incertidumbre, esperar que mi barco vuelva a pasar es algo demasiado lejano, si tan sólo lo viera en el horizonte.
Tengo miedo a las olas, pero es mayor mi temor a no alcanzar el salvavidas, a no ser digna, a no querer…me enfurece que se haya ido. El agua está tan fría que no siento mi cuerpo, necesito el abrazo del sol, poder ver las montañas al llegar al puerto. Necesito el calor de un cuerpo suave y presente, vivo entre mis brazos.
¿Volveré a sentir lo mismo? Mi corazón está tan cansado, comienza a trizarse y a disolverse con la sal. Mi mente no deja de dar vueltas en lo mismo, los cangrejos esperan saborear mi extinción.
Desearía estar aquí cuando regreses, cuando recuerdes el dulce olor del hogar. Quisiera no sentir lo que siento, me gustaría no ser un bulto a la deriva. Ansío ver reflejado en tus ojos el mar y estar a bordo otra vez, una vez más.
¿Viviré sola toda mi vida?, ¿Seré presa fácil de alcanzar? Comienzo a amar las caracolas, los peces esquivan mi piel y veo frente a mi una balsa, a unos metros, debo nadar…debo esperar.
Cuando me preguntó si lo amaba sólo atiné a tomar su cabeza con mis dos manos, delicadamente enredé mis dedos en los suaves cabellos de su nuca y lo besé en los labios. Su tibieza calmó mi ansiedad, las ganas de decirle que no, que lo quería mucho, pero que no lo amaba.
Entonces pensaba en cómo sería conocer a alguien diferente, alguien que no me preguntara nada, alguien que pudiera leer mi mente mirándome a los ojos. Me cuesta expresar lo que siento, especialmente si se trata del amor. Me he enamorado tantas veces, pero pocas he logrado amar.
Mirando sus ojos celestes, enmarcados con una hilera de pestañas casi transparentes, no pude encontrar más que mi reflejo. No lo vi a él, nunca descifré sus códigos mentales; no fui capaz de adivinar si su corazón latía por mí o por las ansias de no estar solo.
Reconoce que sólo querías cambiar, ser otro diferente a ti. No te fue posible aceptar lo que Dios te dio. Porque es Dios quien nos ha creado imperfectos y corruptos. Sin embargo, creo que todas las ideas las vamos descubriendo y no hay prejuicio que aguante cuando las verdades son tan obvias.
Tú mismo lo reconociste, tú sabías que era evidente. Pero te entiendo, yo también he querido hacerme la tonta, lo intenté contigo. Te juro que traté de amarte, pero no era real. Tú te sentías igual de cómodo que yo en la relación porque era fácil convivir con un ser de tu especie, comprensivo, comprensible.
No cupo nunca en mi mente la idea de ser la madre de tus hijos. Nunca pude imaginar una vida dedicada a lo doméstico; no por soberbia, sino porque nunca he sido conformista. Mi vida nunca fue fácil y no podía aceptar regalo semejante. Ser tu mujer significaba dejar de lado mi juventud, mis ganas de saber, no estaba lista.
Tenía dieciocho años cuando te conocí, tú veinticuatro. Fue un encuentro fortuito y gracioso en la barra de un bar en el sur. Tú querías una cerveza y la bartender no te entendía; yo estaba ahí y me convertí en canal para que obtuvieras tu trago. Conversamos toda la noche y la química fue inmediata. No podía creer tanta suerte en mi vida, venir a encontrar al hombre ideal entre tanta juerga.
Nos vimos un par de veces más, aunque sólo de noche. Poco a poco y por mi natural curiosidad, me fui enterando de tus secretillos. Yo no me quedé atrás y conté lo que pude, lo poco que tenía que contar.
Entre tus brazos me sentía segura, protegida, amada. Sé que tus lágrimas fueron sinceras, porque eran como lágrimas de niño, tibias y pequeñas, saladas en mis labios. Perdona si te hice sufrir mucho, pero yo no soy como tú. Yo quiero una vida real, no me perdonaría ser un parásito chupa sangre dedicado a engendrar.
¿Te das cuenta de lo que anhelo? Posiblemente no lo entenderías. Tú estás convencido de que seguir tus sentimientos es pecado. En cambio yo, prefiero arder en la pira más profunda del infierno que vivir una vida de mentira, aparentar para hacer feliz a los demás.
Si el fin último del hombre es la felicidad, no puedes negar que se debe actuar con la verdad. Está claro que no siempre es posible sincerarse ante todos, pero al menos he de ser sincera conmigo misma. La herida habría sido más profunda si lo hubiésemos prolongado. Gracias a Dios, no me importó tanto romper tu corazón. Perdóname.
Ahora tú has cumplido los sueños que tenías conmigo. Te casaste y ya tienes un hijo. Te deseo toda la suerte del mundo y ojalá nunca te juegue en contra esta situación. Cuenta conmigo si alguna vez me necesitas, porque nuestra historia fue más bella que muchas, empezamos bien y terminamos con el corazón latiendo acelerado entre las manos.
Soy consciente de haber clavado en tu espalda un cuchillo poco filoso, sé que mi delicadeza femenina no afloró en la despedida. Espero que hayas comprendido mi argumento y que estés seguro de mi eterna gratitud. Nunca un hombre me trató como tú lo hiciste, eres de los más nobles personajes que he descrito.
Si tuviera que caracterizarte, te habría hecho un príncipe incomprendido, incluso por ti mismo. Y yo, yo no sabría ponerme un disfraz literario. Yo sólo sería yo, haciendo sufrir a los que me aman.
Hace más de un año que no iba a la casa de mi papá. La segunda noche llegó un amigo de él. Un ex Teniente compañero suyo en
Andresito, le dicen mis hermanos chicos. Llegó a la casa con una botella de Capel como regalo. Vestía mal y a cada rato tocía como si se le estuvieran deshaciendo los pulmones. Sobre el lugar donde se dibujaban unos labios inexistentes un gran bigote a lo Fredy Mercury, en la cabeza un esforzado “parrón” y dos ojos pequeños y empañados.
Tosió mientras hablamos, tosió mientras rellenaba los vasos y terminó atorado con su propia tos durante largos minutos. No fuma, pero carretea y trabaja todos los días y a los cincuenta años nunca se ha casado.
Era el orgullo de una familia acomodada de Curicó y él era un ejemplo a pesar de los pitutos. Sin embargo, su vida se fue a la cresta con la salida de
Andresito toma y toma piscola y quiere llamar por tercera vez a la polola que está con el desde hace quince años. Pero no viven juntos, ella está en Santiago, él vive con los papás.
Habla incoherencias, irracionalidades y brutalidades. Se siente parte de