Hace tiempo vivo en lo que se podría llamar “transición”, una especie de happy hour después de los malos momentos. No me refiero a que esté viviendo la vida loca, sino que es una nueva libertad que ha desplazado los límites autoimpuestos por tanto rato. Entonces me muevo, relajada y luminosa; no más feliz, no más segura, pero con ganas de compensar las carencias.
A pesar de todo, siempre vuelvo a lo mismo, me encuentro en el punto de partida cada mañana y todo empieza otra vez, desde cero. Las pequeñas batallas diarias por superar los temores, por adquirir conocimiento y virtudes, desarrollar talentos; pero es como si no avanzara, anclada, varada, estática.
viernes, 14 de marzo de 2008
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